Todos los años nos gusta inaugurar la Navidad con una comida en casa de El Tio Pep que nos sirve, además, para celebrar el día de Santa Llúcia (Lucía en español, cuya celebración es el 13 de diciembre) porque, aunque sea un dato personal que os importará relativamente nada, Llúcia se llamaba una tatarabuela nuestra que fue, según dicen, una mujer fuerte y valiente que dio nombre a toda la familia, ya que a partir de ella nuestro apodo en el pueblo fue primero "el/la de Llúcia" y al final, simplemente "Llúcia". El Llúcia que yo conocí se llamaba Pepe Llúcia, fue mi abuelo, y tenía una personalidad que lo convertía en un Llúcia de manual, testarudo y noble, como la Llúcia original, según dicen. Y aunque el uso del apodo está en desuso, un poco de Llúcia me gusta pensar que queda vivo en nosotros, la penúltima generación, y en la que viene detrás, que ya apunta maneras.
Bueno, sea como sea, el año pasado pusimos lasaña, o lasagna, con un relleno espectacular un poco de nuestra propia cosecha, que tuvo tanto éxito que este año hemos repetido la jugada, aunque por problemas de agenda la comida de Santa Llúcia se ha trasladado al día de San Esteban, 26 de diciembre...y no, no voy a hablaros de ningún antepasado con ese nombre, podéis pasar directamente al lío.