Hay muchas maneras de meterse en un marrón, desde
mezclar mal los aditivos del agua de una piscina a tener un accidente en una cacería de elefantes
y te pillen, pasando por blanquearle a tu churri unos euretes mientras "
te se enamora el alma". Nosotros hoy, amigos, nos metemos también en uno. En un marroncete, que parece que así, chocolateado, dicho con diminutivo y en Inglés, es otra cosa. Y vaya si lo es, el único marrón en el que nos meteríamos de cabeza sin dudar una y otra vez, muy orgullosamente.
El brownie, que de eso se trata, nació según la leyenda del error de un cocinero que olvidó añadir el impulsor a un bizcocho de chocolate y al que el resultado le encantó. Nosotros le hemos añadido una pizca de bicarbonato (contraviniendo la ortodoxia), que le viene muy bien si no lo vais a comer entero en el momento de sacarlo del horno. Podéis prescindir de él, pero nosotros lo hemos respetado tal cual estaba en la receta original, que es esta del blog
derechupete y que de todas las que hemos probado es de las que más nos gusta. Es muy fácil, el único lío puede ser al hornearlo para que se le haga la costrita crujiente sin que se queme, y que se quede húmedo por dentro sin estar crudo. Un buen consejo es hornear con calor arriba y abajo al principio y cuando se haya formado la costra, quitar el de arriba y dejar, si tienes, la opción de aire. También se puede tapar con papel de aluminio pasado el primer cuarto de hora para que no se tueste en demasía. Lo mejor, como siempre decimos, es que tu horno y tú os conozcáis muy bien. No desesperéis, es mucho más fácil de lo que suena. Todo es ponerse.