domingo, 29 de septiembre de 2013

Asalto de septiembre: Macarrones Norma

Lo que viene siendo meterse en un berenjenal

Nunca he sabido exactamente qué aspecto tiene un campo plantado de berenjenas, pero siempre me lo he imaginado extraordinariamente frondoso, enmarañado y difícil de transitar. ¿Por qué si no iba la sabiduría popular a elegir justo esa plantación y no otra para referirse a meterse en un buen lío? Os podemos asegurar que habíamos pensado hace tiempo en esta receta de pasta con berenjenas para el reto asaltablogs de septiembre pero nos viene al pelo ahora que mezclar pasta y berenjenas es tendencia a raíz de las desafortunadas (por no decir impresentables) declaraciones de Guido Barilla sobre la no presencia de familias homosexuales en la publicidad de su marca. Dicho de otro modo, este señor se metió el otro día en un berenjenal de dimensiones monstruosas. Resumiendo, vino a decir que su pasta es solo para gente tradicional de toda la vida, que mariconadas las justas y que al que no le guste que se vaya a comprarle a otro. Según parece le están (estamos) haciendo bastante caso. A estas horas todavía no hay noticias de que Guido haya podido salir del bancal de berenjenas. Y ayer por la tarde la pasta de su marca estaba rebajada en Mercadona. ¿Coincidencia? No lo creo.

De cualquier forma, hoy venimos con esta receta de origen siciliano cuyo nombre homenajea a la ópera de Bellini y que es fruto de nuestro asalto al blog Cocina con Angi, que os recomendamos visitar porque además de tener recetas estupendas es muy agradable de ver y leer. Hemos cambiado un poco el procedimiento, mezclando la receta de Angi con esta de Giallo Zaferano, que es donde vamos nosotros a ver recetas de cocina italiana tradicional. En cuanto a la lista de ingredientes, no hemos tenido tiempo de buscar ricotta salata, así que hemos puesto mozzarella fresca, y la albahaca la hemos puesto de uno de esos tubitos de hierbas frescas envasadas en aceite que nos apetecía probar. Debo decir que ambas cosas fueron un acierto. La mozarella es suave y refrescante. La albahaca de tubo es muy superior a la seca de bote y es muy práctica, aunque lo mejor sigue siendo tener una planta en el balcón. 



Venga, basta de rollos, vamos a la receta:


viernes, 20 de septiembre de 2013

Tarta Sacher, más o menos.

Fotogénica sí es.

Como no todo puede ser chanza y cachondeíto, hoy nos toca lección de historia en EL TIO PEP. Y es que la cosa va de clásicos. Porque pocas ciudades europeas están tan unidas a ese apelativo como la ciudad de Viena, dónde hace más o menos doscientos años se inventó esta tarta que todos habréis oído nombrar y que hoy traemos aquí: LA SACHERTORTE (tarta Sacher). Una receta con nombre propio, con historia detrás y con un merecido prestigio. El cuento (wikipedia dixit) es más o menos así: En la Viena imperial de principios del siglo XIX, un príncipe poderoso quiere agasajar a un grupo de selectos invitados, y a uno de sus sirvientes, un joven aprendiz de repostero, deseoso de abrirse camino, se le ocurre colocar una fina capa de confitura de albaricoque entre dos planchas de bizcocho, y cubrirlas con una deliciosa cobertura de chocolate negro. Años después, el joven aprendiz se ha abierto camino y tiene su propio negocio, una tienda de vinos y delicatessen. Es entonces cuando un hijo suyo entra a trabajar en la prestigiosa confitería Demel, y empieza a preparar la receta de su padre, cosa que le encanta a sus jefes, los señores Demel. El muchacho, que ha heredado las ganas de medrar, acaba fundando su propia empresa, un coqueto hotel donde el postre estrella es, como no, su ya famosa tarta. Y claro, ya está el lío. A mediados del siglo XX la cosa llegó a pleito y los herederos de Demel y los de Sacher se pelearon por el derecho a utilizar el nombre, y la justicia dictaminó que el nombre es un poco de todos, pero que sólo los herederos de Sacher, que aún son los dueños del Hotel, podían llamar a su tarta "original sachertorte"

Esto no tiene mayor importancia más allá de la curiosidad histórica. El caso es que es una tarta muy rica y no demasiado complicada. Nosotros la hemos hecho nuestra, con un relleno de melocotón, que es lo que está acabando su temporada ahora mismo, un poco menos dulce y un poco menos fino de lo que sería adecuado en los salones vieneses, con trozos de melocotón y el regustillo refrescante y ácido del limón. Pero chica, Sissí, tampoco pasa nada si te encuentras un trozo de fruta y te toca (oh cielos) masticar un poquito. El relleno (no me atrevo a llamarlo confitura) está adaptado de nuestra receta de Tarta de Cerezas de Twin Peaks, y el resto de la receta está extraído de esta del siempre solvente blog Webos Fritos. Que nos perdone Herr Sacher!

Venga, vamos allá:

martes, 17 de septiembre de 2013

Dipeando que es gerundio (II): Tzatziki

¿Por qué lo llamarán Salsiqui?

Retomamos después de meses (sí, está claro, la constancia no es nuestra mayor virtud, ni la regularidad) la serie de salsas espesas especialmente adecuadas para presentar con unos aperitivos y quedar bien con un esfuerzo que tiende a cero. Si en la primera entrega nos decantábamos por el Hummus de garbanzos, que ya es casi un clásico, hoy nos vamos a Grecia para presentar este Tzatziki, que seguramente podría horrorizar a nuestros amigos griegos, como a nosotros nos horrorizan las paellas que se ven por el mundo. Aunque bien pensado, bastante les ha llovido encima a los pobres como para preocuparse porque un español al otro lado del mismo continente y de la misma crisis se equivoque con los ingredientes o las proporciones de una salsa suya. En todo caso, espero no ser asaltado en sueños por vengativas señoras vestidas de negro gritando "croña que croña!!!!". Y por favor, que me perdonen el recurso al tópico los griegos y griegas que puedan leer esto. 

El caso es que hacen falta sólo cuatro cosas para hacer esta receta refrescante y potente a la vez, aunque algunas recetas añaden hierbas y especias. La diferencia la marca la proporción de ingredientes y el nivel de triturado de los mismos. Para un dipeo, nos conviene que haya bastante pepino y que esté bastante grueso, así que nosotros tiramos de mortero y no de batidora, pero si os gusta más finolis, vosotros mismos. Lo más importante, sea como sea, es sacarle la mayor cantidad de agua posible al pepino antes de incorporarlo a la salsa. Aquí tenéis nuestro método pero hay muchos otros. La verdad es que nos quedó genial.  El tzatziki combina a la perfección con los típicos bastoncitos de verduras crudas o con chips de bolsa para los irredentos procalóricos. Pero eso sí, la mejor forma de tomarlo es con triangulitos de pan de pita, como explican en el blog  Hoy cocino yo. Venga, basta de teoría y vamos a ponernos.