sábado, 31 de agosto de 2013

Asalto de agosto: Croquetas de pavo y nueces, con curry


¿Monumento a la croqueta?

La verdadera belleza está en el interior

La croqueta es una de las cumbres gastronómicas de la cocina del día a día. Una combinación nada sencilla, si nos fijamos, de técnicas y procesos culinarios. Primero hay que hacer el sofrito, ligarlo con una bechamel, dejar la masa enfriar, porcionarla, empanarla, freírla...es decir, hacen falta muchas conexiones neuronales o muchos milenios de perfeccionamiento para inventar algo así. El símbolo perfecto de la civilización humana es, pues, la croqueta. Y es que todo esto culmina en un bocado que, cuando está bien hecho, es verdaderamente insuperable. Nosotros les tenemos especial cariño, como habréis notado con nuestro exagerado elogio, y a pesar de eso sólo habíamos publicado una receta croquetil, esta de croquetas de calabacín que por cierto está de plena temporada. 

Así pues, después de mucho husmear en el blog de Vivi Martínez, Hoy cocina Vivi, que tiene docenas de buenas recetas, nos decidimos a robarle las croquetas estas tan buenas que hoy os presentamos. Una perfecta combinación de fiambre de pavo, nueces y curry. Nosotros sólo le hemos aumentado la cantidad de pavo, por lo demás la receta es igual a la robada. Para los despistados, estamos en la tercera edición de El Asalta Blogs, un divertido reto mensual que nos lleva a toda una horda de blogueros a saquear todos a la vez a uno de nosotros. Lo pasamos teta, se aprende un montón y se conoce gente estupenda. Todo gracias a su inventora y Alma Mater, Conchy del blog Gastroandalusí.

Vamos a ponernos, que tenemos para un rato, pero es fácil:

viernes, 23 de agosto de 2013

Bizcochos en cadena, especiados

Hace muchos años que existen las cartas en cadena. Había una que alguna vez llegó a casa, en la que tenías que enviar una peseta (sólo valían rubias) a quince personas diferentes con una carta igual a la recibida, avisando que si no hacías lo propio mil desgracias se abatirían sobre ti. Una cosa así te dejaba mal cuerpo para una semana, porque o bien sucumbías al "por si acaso" y fastidiabas a quince personas, o bien te quedabas con el runrún del "a ver si" hasta que pasados unos días veías que la desgracia no venía a por ti y respirabas tranquilo. Pues bien, eso se ha adaptado a las nuevas tecnologías en forma de mail, estado de facebook, mensaje de whassapp y todo aquello en lo que la tontuna humana pueda meter el hocico. Perezón, vamos.

Esta cadena de hoy, sin embargo, es mucho más simpática. Alguien te regala un vasito con un engrudo y una receta de cocina, se supone que es una porción de masa madre centenaria de un convento de Sevilla, el de las Carmelitas Descalzas, para hacer bizcochos celestiales que además dan suerte. A mi me pasó el vasito Mar, del blog amanoyamaquina, que os recomendamos visitar, y la verdad es que no pude resistirme a aceptarlo. Sin embargo, mi natural escéptico me hizo dudar enseguida. Y seguro que a vosotros también. Me diréis que esta masa madre no debe ser muy activa, dado que debemos ayudarla con levadura química, y tendréis razón, que tantos días de inactividad no hay fermento que los resista, y seguramente acertaréis, que las Carmelitas Descalzas de Sevilla se dedican a la encuadernación y a los bordados y no a la repostería (según su web en la que no se menciona su ya famosa masa madre). el caso es que huele a falso, de acuerdo, pero el proceso es divertido, y el resultado tiene un toque muy especial. Nosotros Nuestra conclusión (y conste que no hemos investigado a fondo) es que merece la pena hacerlo. Por si alguna vez os llega alguien con el vasito, aquí tenéis nuestra receta, cuya mayor innovación fue hacerla en moldes individuales y especiarla con gengibre, nuez moscada y vainilla.

lunes, 12 de agosto de 2013

Espinacas en su jugo



Este verano está siendo un buen verano, aunque hoy volvemos al (otro) trabajo y no podemos evitar un cierto halo de tristeza post-vacacional. Pero esta semana pasada hemos vivido importantes y alegres acontecimientos familiares (hemos dado la bienvenida a un nuevo miembro, que nos ha convertido en El Tio Pep al cuadrado) y hemos celebrado un curioso evento gastronómico (una comida del alto imperio romano muy bien documentada de la que os hablaremos un día de estos). Unos baños de Mediterráneo por aquí, unas cerves en buena compañía por allá, unos bailoteos en cierto festival, una barbacoa entre amigos algún domingo que otro...en fin, que ya paro, porque esto corre el riesgo de convertirse en "otro despreocupado y falsamente optimista anuncio veraniego de cerveza". Pero entre estas y otras cosas, el balance de lo que llevamos de verano no puede ser sino muy positivo.

Volvemos, pues, con energías renovadas en mitad del tórrido mes de agosto con esta receta sencilla y resultona, verdulera total, sana, sabrosa y más fácil imposible. Mejor no os la puedo vender. En esta época que lo último que apetece es meterse largas horas en la cocina, un plato que se hace en veinte minutos, y si compras las espinacas de bolsa ya limpias y troceadas, en quince. Estas espinacas, que podrían haber sido perfectamente acelgas, se llevan comiendo en mi casa de toda la vida, porque además son ideales para que los niños no renieguen de comer verduras. Y para los jóvenes adultos "despreocupados y falsamente optimistas" también son una buena opción de lunes, un contrapunto ideal para un finde de excesos, aunque os va a apetecer mojar toneladas de pan en ese jugo maravilloso que dejan. 

Bueno, ¿vamos al tema?