miércoles, 5 de diciembre de 2012

Mi ensalada de pasta

Hoy traemos una receta de las más sencillas que conozco. Data de aquellos viejos años noventa. Por aquel entonces vivía en un piso de estudiantes, y de aquella época me queda el haberme dado cuenta de que podía cocinar, y los primeros pasos en la cocina. Muy rudimentarios, eso sí. Con veinte años nos parecía que hervir pasta de colores era el colmo de la sofisticación, y hacer una ensalada con ella, que además combinara elementos crudos y fríos con otros salteados y calientes era ya el summun. Esta fue, pues, una de las recetas estrellas de aquella época cuando teníamos invitados, y su chute de hidratos nos salvó de alguna que otra resaca al volver de madrugada y meternosla entre pecho y espalda tras un minuto al microondas con queso fundible por encima. "Juventud, divino tesoro", escribió Rubén Darío,"ya te vas para no volver". Afortunadamente, añado yo.

Actualmente soy consciente de que no es un plato para impactar, pero puede ser una buena solución para una comida de diario, el tupper que te llevas a la oficina, un almuerzo de salida a la montaña e incluso una buena aportación a una reunión de sobaquillo. Y además, que narices, está bastante buena. La cebolla y el bacon combinan muy bien entre sí y con el tomate crudo (que puede ser de cualquier variedad que os guste) y con el frescor de la mozzarella. La única advertencia que os hago es que no dejéis que se haga demasiado ninguno de los ingredientes. La cebolla es mejor que conserve algo de tersura y la pasta, sobre todo la pasta, que esté al dente, mejor un poco dura que no hecha una gacha. Por lo demás, es muy fácil. Sólo recordad que aporta mucha energía, así que después habrá que quemarla.




Vamos a ello, pues:

Ingredientes (para dos o tres raciones):

200 gr de pasta de colores.
200 gr de tomates pera mini (o la variedad apta para ensalada que tengáis a mano).
1 pieza de mozarella fresca (125-150 gr).
100 gr de tiras de bacon.
1 cebolla.
Aceite de oliva, sal, pimienta, orégano.

Preparación:

1. Pon música y abundante agua a hervir.
2. Cuando hierva añade un chorro de aceite y un poco de sal, echa la pasta sin cortar el hervor y deja que hierva el tiempo que indique el fabricante (o un poco menos).
3. Pica la cebolla en dados de 1 cm aprox. Parte por la mitad los tomates. Lonchea el queso.
4. Saltea la cebolla con un poco de aceite en una sartén a fuego medio unos quince minutos.
5. Llegado el momento, retira la pasta del fuego, escúrrela y refréscala bajo el grifo. Escurre bien y pasa a un bol.
6.Añade el bacon  a la cebolla y deja que se dore vigilando de no quemar la cebolla.
7. Echa el sofrito sobre la pasta y añade los tomates.
8. Aliña con aceite de oliva (poco, que el bacon ya suelta grasilla) , sal, pimienta y orégano. Remueve.
9. Corona con las lonchas del queso. Muele un poco de pimienta y echa unas gotas finales de aceite.
10. Disfrútala pensando en cómo, donde y con quien quemarás todos esos hidratos de carbono.

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