El otro día me pasaron unos amigos el menú que un restaurante cercano ofrecía para la cena de Nochevieja, y me llamó poderosamente la atención el nombre de un plato que aparecía entre los entrantes y el principal. Una especie de primero, se supone. Decía, literalmente, "mezclun de lechugas con ahumados y sherry confitado". Si ya es risible llamar a la ensalada "mezclum de lechugas", escribirlo con n es casi el colmo de la horterada. Es como ponerle a tu local tu nombre más una "s" con apóstrofe, si te llamas, pongamos por caso, Marcos (quedaría un Marcos's estupendo). No tengo nada que objetar a los ahumados, pero después de mucho pensar, decidí que el Sherry confitado no podía ser una reducción de Jerez cualquiera y estuve tentado de llamar a preguntar. Finalmente, decidí por mi cuenta que se refería a tomates mini. De la variedad Cherry, vamos. ¿A que nos lleva todo esto? Sencillamente, a que me entraron unas ganas locas de confitar tomatitos, y como tenía unos cuantos en la nevera, pues me puse a ello.
Conviene recordar que confitar no es lo mismo que hacer confituras, ni que caramelizar, ni que escarchar, por mucho que tengamos un trauma con esas "frutas confitadas", resecas e incomibles, que todo el mundo (o casi) aparta del roscón de Reyes y que servían para hacer bulto en las cestas de Navidad, cuando había cestas de Navidad. No, amiguitos, confitar es una técnica culinaria que consiste mayormente en cocinar algo en grasa a baja temperatura durante largo tiempo. Probablemente habréis oído hablar de esta técnica en platos de pescado (bacalao confitado, una pura maravilla) y también os vendrá a la mente esa cima de la civilización que es el francesísimo confit de pato (cocinado durante horas en su propia grasa). Hoy confitaremos tomates cherry en aceite de oliva. Esta preparación puede servir, efectivamente, para sofisticar una ensalada o "mezclum de lechugas". Pero también en tostas o cocas, como guarnición, acompañando unos quesos, o simplemente solos, como aperitivo, con unas escamas de sal por encima. Recetas hay muchas, nosotros los hemos aromatizado con laurel y tomillo y los hemos pelado antes de introducirlos en el aceite, pero si queréis una segunda opinión, podéis bucear en la red y elaborar vuestra propia versión.